Entrevista con Steve Jones: la amenaza del creacionismo Understand article

Traducido por Silvia Manzanero. Steve Jones habla con Vienna Leigh sobre la reaparición del creacionismo en Europa, cómo pueden ayudar los profesores y por qué nunca discutirá con un creacionista.

Steve Jones
Imagen cortesía de EMBL Photolab

Una tendencia preocupante se está extendiendo por Europa. Estamos acostumbrados a oír hablar del violento debate sobre la enseñanza de la evolución en Estados Unidos, en particular en el cinturón bíblico, aunque no solamente ahí. Pero en noviembre de 2006, en un artículo de Nature, Almut Graebsch y Quirin Schiermeier mostraron su preocupación por el hecho de que la enseñanza escolar de teorías alternativas no sólo es un problema al otro lado del Atlántico (Graebsch & Schiermeier, 2006).

No fueron los primeros en darse cuenta. En 2006, la Royal Society, la academia nacional de ciencia del Reino Unido, lanzó un ataque al creacionismo, preocupada de que la idea iba echando raíces en los colegios y universidades de todo el país. Fueron ellos los que recurrieron a Steve Jones, profesor de genética del University College de Londres (UCL), para que diera una charla pública titulada “Por qué la evolución tiene razón y el creacionismo no”.

Steve, autor de muchos libros de divulgación de genética, entre ellos En la Sangre y El Lenguaje de los Genes, suele impartir charlas sobre la evolución en colegios, universidades, congresos e institutos de investigación. Para él la influencia creciente de grupos creacionistas en Europa es preocupante… y absolutamente desconcertante.

“Es un misterio” dice. “En los 30 o 40 años que llevo dando charlas sobre la evolución nunca había oído una sola pregunta sobre el creacionismo. En los últimos años, sin embargo, estas preguntas se han vuelto de lo más normales.”

Steve calcula que ha dado charlas a más de 100.000 escolares en toda su carrera, y es el representante del UCL en el Centro de Aprendizaje de la Ciencia de Londres, que imparte desarrollo profesional a los profesores de ciencias.w1. Ha participado muchas veces en la radio de la BBC, ha presentado una serie de televisión en seis capítulos ha aparecido en otros programas de televisión. También ha escrito artículos de prensa sobre temas científicos, incluida la columna periódica “Visto desde el laboratorio” en The Daily Telegraph.

Ernst Haeckel, Árbol Genealógico
de la Humanidad, de La Evolución
del Hombre, 1910, quinta edición

Imagen de dominio público

Es muy alarmante. El artículo de Graebsch y Schiermeier cita ejemplos de colegios en Alemania donde se enseña el creacionismo, y en particular, en Italia, donde en 2004 la ministra de educación Letizia Moratti causó furor cuando retiró del currículum escolar la teoría de la evolución. En Gran Bretaña, el grupo pro-creacionista “La Verdad en la Ciencia” mandó materiales informativos a todos los institutos de secundaria del país a finales de 2006. El polaco Maciej Giertych, miembro del Parlamento Europeo, organizó un taller para parlamentarios titulado “La enseñanza de la teoría de la evolución en Europa: ¿están adoctrinando a tu hijo?”. En octubre de 2007, el antiguo ministro adjunto de educación polaco Miroslaw Orzechowski declaró al periódico Gazeta Wyborcza: «La teoría de la evolución es mentira. Haberla legalizado como mentira común ha sido un error.»

El debate de la creación contra la evolución divide la opinión sobre el origen de la vida. Aquellos con creencias basadas en la fe confían en que la vida apareció, como dice Steve, «de manera mágica, no científica, en algún momento de un pasado reciente», opuestos al consenso científico que apoya la biología evolutiva. Muchas religiones han reconciliado sus creencias con la evolución, pero todavía hay muchos creacionistas, principalmente en las regiones más conservadoras de EEUU, que creen que las historias de sus religiones respectivas contradicen la evolución. «El creacionismo es incorrecto porque todas sus afirmaciones van contra todo lo que sabemos sobre la ciencia» explica Steve. «Pero la gente espera, y teme, demasiado. Quieren respuestas a preguntas que no permiten la indagación científica, como ¿Dios existe? o ¿qué significa ser humano?»

Este debate no es nuevo. Las ideas evolutivas como la descendencia común y la transmutación de las especies han existido por lo menos desde el siglo VI antes de Jesucristo. Pero al aumentar el conocimiento de la biología en el siglo XVIII estas ideas se desarrollaron, desafiando la creencia de que fue Dios el que fijó el mundo natural. La publicación del libro El Origen de las Especies por el naturalista inglés Charles Darwin en 1859 fue lo que estableció la evolución por descendencia común como la principal explicación científica de la diversidad natural.

«En la época victoriana, al principio, la gente tenía miedo de la evolución porque pensaba que nos hacía menos humanos, pero lo cierto es que nos hace más humanos, pues somos los únicos animales que han desarrollado el arte, la historia o el lenguaje. Somos muy parecidos a los monos, pero en lo importante somos totalmente distintos» dice Steve.

«Pero hacia 1870, poco más de una década tras la publicación del libro de Darwin, el alboroto se había calmado. Muchos creyentes tenían una educación y eran conscientes de que podían aceptar la evolución pues no tenía nada que ver con sus creencias religiosas. Es que no hay conflicto entre las dos cosas. La ciencia es demasiado poderosa para que le importen las teorías ridículas no verificables.»

Charles Darwin (1809-1882) ya
de edad avanzada. Foto
de J. Cameron, 1869

Imagen de dominio público;
fuente: Wikimedia Commons

Pero 150 años después de aceptar que la evolución es la mejor explicación del desarrollo de la vida en la Tierra, que permite un entendimiento claro de los procesos causantes de la diversidad de los organismos, y de su enseñanza como parte esencial de los temarios de biología y ciencia, ¿por qué esta presión venida quién sabe de dónde (de lo políticamente correcto, quizás) está llevando hasta a los responsables de las decisiones políticas a cambiar las leyes?

«Fue a finales de los 60 cuando el creacionismo se volvió a poner de moda y comenzó a triunfar lentamente. La principal causa fue el miedo a la biología moderna, pero también a veces las declaraciones falsas de los científicos. Pero hoy en día no sé por qué se ha vuelto de repente tan desenfrenado.»

Por supuesto que es justo mostrar las dos caras de la moneda, pero sostener una teoría basada en la religión como alternativa a un hecho científico puede ser perjudicial.

«No estoy en contra [de enseñar creacionismo en clase],» dice Steve, «pero se debería enseñar en clase de teología. Si quieres ir por ahí haciendo declaraciones ignorantes, no lo hagas en clase de biología.»

Steve llama al creacionismo “anticiencia”. «Nunca debatiría con un creacionista» dice. «Piensan que 2 + 2 = 5, o, si no hay más remedio, aceptarían 4.1. Yo estoy totalmente seguro de que 2 + 2 = 4. No hay discusión posible. Si no van a aceptar los hechos físicos de la vida, no tenemos nada que hablar. No me importa lo que crean, a no ser que tengan evidencia, que no es cierto.»

«Para mí es un misterio cómo un científico puede creer en el creacionismo» dice. «En Europa uno no tiene las [mismas actitudes] al respecto que en EEUU, sino que existe una línea argumental más sofisticada: “el creacionismo con educación universitaria”. Es el argumento del “diseño inteligente”, que los organismos, al ser tan complejos, tienen que haber sido diseñados por alguien. Pero Darwin demostró que la evolución es una fábrica de hacer cosas que son casi imposibles.»

¿Y cómo pueden ayudar los científicos y los profesores? «Los profesores sienten que la evolución no es como cualquier otra parte de la biología, más bien piensan que es algo especial que requiere cuidados específicos. Estoy por decir que deberían hacer que la evolución fuera aburrida. Deberían presentarla como algo que no es más que una parte de la biología, un hecho, no algo que es debatible y controvertido y hasta un poco atractivo.»

«Otro problema es que la evolución se enseña muy mal, en gran parte porque a los profesores se les ha enseñado mal y no está bien presentada en los libros de texto», añade. «El resto de la biología se da muy bien, pero al llegar a la evolución se pierde claridad. Los ejemplos son viejos y tradicionales, como la polilla moteada, la resistencia a antibióticos y los pinzones de Darwin, pero no hay ejemplos nuevos. A los profesores no se les enseña la nueva biología evolutiva.

«Darwin pensaba que nunca podría ver la evolución en tiempo real, y la consideró como algo histórico, un modelo que englobaba muchos hechos aparentemente sin conexión. Pero lo que está claro es que la podemos ver en tiempo real. La breve historia del VIH nos muestra un ejemplo perfecto del poder de la maquinaria completa de Darwin. A él le hubiera encantado ver los mecanismos de la evolución expuestos de esta manera tan obvia».

 

Una historia del creacionismo

Por Dean Madden, del Centro Nacional para la Educación de la Biotecnología, Universidad de Reading, Reino Unido.

Cuando Darwin era estudiante de licenciatura en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, su futura carrera se veía ya influenciada por numerosos científicos. Entre ellos estaban el geólogo Adam Sedgwick y el botánico John Henslow, que sugirió que Darwin acompañara al capitán FitzRoy en el HMS Beagle. Según las prescripciones de los altos mandos de Cambridge de la época, los dos científicos eran sacerdotes de la iglesia. También eran cristianos profundamente comprometidos. Aun así, unos 30 años antes de que se publicara «El Origen de las Especies», ellos también dudaron de la verdad literal de la Biblia. En Inglaterra, la teoría de la evolución de Darwin se aceptó generalmente con rapidez, y pronto fue asumida por la iglesia anglicana. En otros lugares de Europa y de América la oposición religiosa fue silenciosa; el debate típico no era si los procesos naturales o el Dios de los cristianos habían creado a los seres vivos, sino si el responsable de la creación era una influencia sobrenatural que trabajaba sobre la naturaleza, o si era el resultado de los procesos naturales (“¿qué pasó?”, no “¿quién lo hizo?”).

La jerarquía católica ha sido siempre más bien conservadora, pero el peso de la evidencia era tan grande que en 1996 el papa Juan Pablo II emitió una carta en la que dijo que el trabajo de los científicos del mundo «… nos lleva a reconocer que la teoría de la evolución es más que una hipótesis» (al contrario que muchos creacionistas modernos, Juan Pablo entendía la diferencia entre una mera hipótesis y una teoría científica). Los cristianos de hoy en día no son del tipo que considera la Biblia literalmente, y los líderes de las iglesias católica y anglicana han reafirmado recientemente su oposición a que se incluya el creacionismo en las clases de ciencia (Thavis, 2006; Bates, 2006).

En agosto de 2006, la revista Science publicó un análisis de la aceptación social de la evolución (Miller, 2006). El estudio comparaba 32 naciones europeas, EEUU y Japón, y mostraba que los islandeses, daneses, suecos, franceses, japoneses y británicos estaban entre los más inclinados a aceptar que los humanos evolucionaron «… a partir de especies animales anteriores». Aquellos individuos con fuertes creencias en un Dios personal y que rezaban habitualmente eran significativamente menos propensos a aceptar el concepto de la evolución. En EEUU y Turquía, donde las fuertes creencias religiosas son habituales y donde se ha politizado la educación de la evolución, la gente se mostraba menos proclive a aceptar la evolución.

En todo el mundo occidental, y en particular en Europa, la modernidad secular se considera como consecuencia de la urbanización, del incremento de la riqueza y de las mejoras en educación. Los sociólogos opinan que las religiones, al volverse más conscientes de su identidad inusual en una sociedad secular, pueden desarrollar un mayor arraigo en sus convicciones. Este arraigo puede darse también en personas sin fe que viven en sociedades predominantemente religiosas. Este puede ser el motivo de la polarización progresiva del debate sobre la enseñanza de la evolución, según muchos observadores, entre ellos Steve Jones.

La aparición de una gran parte de la oposición mundial actual a la enseñanza de la evolución tiene sus raíces en los días de los pioneros en EEUU, cuando los colonos de diferentes religiones, sin el apoyo de una jerarquía establecida, vieron necesario desarrollar sus propias iglesias “hechas en casa”. Esto, junto a la existencia de un sistema educativo muy descentralizado con 17.000 distritos escolares, organizado en su mayor parte por aficionados electos, ha dado lugar en muchas ocasiones a consejos educativos que han intentado impedir la enseñanza de la evolución o fomentar la enseñanza de la religión, y que a menudo han acabado en los tribunales.

El “juicio de los monos” de Scopes, celebrado en Dayton (Tennessee, EEUU) en 1925, sigue siendo el más famoso. A mediados de los años 20, seis estados del sur ya habían aprobado leyes anti-evolución. El juicio de Scopes fue un golpe publicitario creado por los empresarios locales para dar impulso a la decadente economía de Dayton. Fue el primer juicio retransmitido en vivo por la radio en EEUU. A petición de un gran grupo de empresarios, John Scopes, de 24 años, aceptó la propuesta de ser juzgado. Todo el mundo sabía que era muy probable que a Scopes se le condenara por enseñar la evolución, aunque quizás sólo hubiera usado un libro que incluía la evolución y quizás no hubiera enseñado ese tema. La Unión Americana de las Libertades Civiles (ACLU), que respaldó la defensa de Scopes, consideró apelar al Tribunal Supremo de EEUU con la esperanza de obtener un juicio que pusiera en claro los derechos del individuo sobre los del gobierno.

Adán y Eva por Lucas Cranach
el Viejo (1472-1553)

Imágen de dominio público;
fuente: Wikimedia Commons

Scopes recibió condena, pero el veredicto se cambió al poco tiempo por un tecnicismo, robando a la ACLU la oportunidad de continuar con el caso. La enseñanza de la evolución continuó prohibida y la tasa de enseñanza de la evolución en los colegios de EEUU sufrió un declive en los 35 años siguientes, por lo que a primeros de los 1960 la evolución estaba ausente en casi todos los libros de texto de biología. El susto del Sputnik en 1957 provocó un replanteamiento de la educación de la ciencia en EEUU, y con ello la evolución volvió a los libros de texto, en particular a los nuevos textos de secundaria producidos por los Estudios del Currículum de Ciencias Biológicas. Cuando la ley de Tennessee y otras parecidas se declararon inconstitucionales en los 60, los antievolucionistas se vieron obligados a adoptar una estrategia diferente. Fue necesaria debido a la separación entre la iglesia y el estado en EEUU, por la que la enseñanza de la religión como religión no está permitida en los colegios públicos. En los 70 y a primeros de los 80, la “ciencia de la creación” fue su mecanismo preferido.

La “ciencia de la creación” intentaba sostener que existe evidencia científica detrás de los acontecimientos bíblicos, y demandaba que en la clase se dedicara el mismo tiempo al creacionismo que a la evolución. Las interpretaciones de la evidencia eran muy selectivas y obviamente disparatadas. Por ejemplo, sostenía que los seres humanos se escaparon inicialmente del diluvio bíblico escalando a lo alto de las montañas. Sin embargo, los dinosaurios no lo consiguieron, y mucho menos los trilobites, dando lugar a las posiciones relativas de los fósiles en los estratos de las rocas. Muchos juzgados, en particular en Arkansas y Luisiana, descartaron el argumento de la “distribución equitativa”. El creacionismo, considerado por el Tribunal Supremo de EEUU como idea religiosa, no científica, no podía enseñarse en los colegios de EEUU.

El creacionismo básico de tiempos de Scope y la ciencia de la creación de finales del siglo XX se han visto reemplazados recientemente por el “diseño inteligente” (DI), una estrategia promovida por el Instituto del Descubrimiento de EEUU, cuyo objetivo es «… sustituir explicaciones materialistas por un entendimiento teístico de que la naturaleza y los seres humanos han sido creados por Dios».

El movimiento DI, sin embargo, tiende a evitar cualquier referencia a un Dios, y presenta sus ideas como alternativas racionales a la concepción científica aceptada, y que por ello deberían tener derecho al mismo tratamiento en las clases de ciencia de EEUU. Por ello, “Enseña la controversia” se ha convertido en el nuevo eslogan de los antievolucionistas.

Al contrario que anteriores intentos similares, bien sea por su apelación a la justicia o por su enfoque superficialmente científico, el movimiento DI ha ganado influencia lejos de EEUU, su país de origen. Sus campañas bien organizadas, dotadas de ayudas generosas y a veces con respaldo político, han influenciado la educación escolar no sólo en países como Polonia y Turquía, donde la religión y la política están íntimamente asociadas, sino también en sociedades más seculares como Francia, Alemania e Italia. A principios de 2004, por ejemplo, Italia fue testigo de la eliminación de la teoría de la evolución del currículum de los niveles medios escolares, porque aparentemente “confundía” a los alumnos. Casi dos años después, tras las declaraciones de la “comisión Darwin”, se reintrodujo una narración debilitada que omitía toda referencia al origen de los seres humanos.

Este y otros acontecimientos, como el juicio del Consejo Escolar de Dover en EEUU, hicieron que el Panel Interacadémico de Asuntos Internacionales, una red global de las academias de la ciencia del mundo, emitiera un comunicado en junio de 2006 sobre la enseñanza de la evoluciónw2. «Las teorías sobre el origen y la evolución de la vida en la tierra…», decía, se estaban «…confundiendo con otras teorías sin posibilidad de comprobación científica». Mencionaba también que todas las formas de vida en la tierra continúan evolucionando, hecho éste que «la paleontología y las ciencias bioquímicas están describiendo y confirmando independientemente con creciente precisión. Los rasgos comunes en la estructura del código genético de todos los organismos vivientes hoy en día, incluidos los seres humanos, indican claramente su origen primordial común». Del mismo modo, el Consejo Europeo ha emitido un comunicado mordaz en favor de la enseñanza de la evoluciónw3.

¿A qué nuevo reto nos van a someter los creacionistas? En Luisiana, EEUU, los grupos hostiles a la evolución han adoptado una nueva táctica sutil, que en apariencia estimula un rasgo precioso de la ciencia. Una ley aprobada propuesta por ellos requiere “libertad académica” para promover «… la capacidad de pensamiento crítico, análisis lógico y discusión abierta y objetiva de las teorías científicas bajo estudio, incluyendo, pero no solamente, la evolución, los orígenes de la vida, el calentamiento global y la clonación humana». Los críticos temen que esta ley y otras permitirán la entrada del creacionismo por la puerta de atrás.


References

Web References

Resources

  • El Departamento de la Infancia, Colegios y Familias (previamente el Departamento para la Educación y las Aptitudes) ofrece orientación relativa al lugar que ocupa el creacionismo y el diseño inteligente en las clases de ciencia. Ver: www.teachernet.gov.uk/docbank/index.cfm?id=11890
  • Big Picture Big Picture es una publicación de estilo revista de Wellcome Trust para alumnos mayores de 16 años y sus profesores. El artículo dedicado a la evolución se puede descargar como documento PDF o leer en pantalla, y va acompañado de recursos de apoyo para los profesores. Ver: www.wellcome.ac.uk/Professional-resources/Education-resources/Big-Picture/Evolution/index.htm
  • El sitio web “Comprendiendo la Evolución” de la Universidad de California, Berkeley, EEUU, proporciona información acreditada y al día sobre los mecanismos evolutivos, la teoría, la evidencia y la investigación moderna. Este sitio contiene muchos recursos para la enseñanza de la evolución (destinados al público estadounidense). Ver: http://evolution.berkeley.edu
  • Para leer un artículo de acceso abierto sobre el estado de la evolución y del creacionismo en las escuelas estadounidenses, ver:
  • Berkman MB, Pacheco JS, Plutzer E (2008) Evolution and creationism in America’s classrooms: a national portrait. PLoS Biology 6(5): e124. doi:10.1371/journal.pbio.0060124
  • Un sondeo del Eurobarómetro de 2005 investigó las actitudes europeas hacia la ciencia y la tecnología. En particular, ver la Sección 3.3, “Ciencia, fe y suerte”:
  • Comisión Europea (2005) Eurobarómetro Especial 224: Europeos, ciencia y tecnología. http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/ebs/ebs_224_report_en.pdf
  • Un relato divulgativo de la evolución actual y fácil de leer es:
  • Jones S (2001) Almost like a whale: The Origin of Species updated. London, UK: Black Swan. ISBN: 055299958X
  • Otros libros de divulgación recientes son:Carroll SB (2008) The making of the fittest: DNA and the ultimate forensic record of evolution. London, UK: Quercus. ISBN: 978184724476
  • Shubin N (2008) Your inner fish. A journey into the 3.5 billion-year history of the human body. London, UK: Allen Lane. ISBN: 9780713999358
  • Para leer una reseña de un libro que describe el desarrollo de “El Origen de las Especies” de Charles Darwin y su amplia repercusión, ver:
  • Madden D (2007) Darwin’s The Origin of Species. Science in School 7: 67. www.scienceinschool.org/2007/issue7/Darwin

Review

Uno de los descubrimientos científicos más importantes (y para algunos más controvertidos) de todos los tiempos se desveló al público hace 150 años el año que viene. El texto original, “El Orígen de las Especies por Medio de la Selección Natural”, se publicó en 1859 y el año que viene Charles Darwin, su autor, cumpliría 200 años. Los planes ya están avanzados para celebrar en todo el mundo el Darwin 200. Las celebraciones ya han comenzado, pues el 1 de julio de 2008 es el 150 aniversario del anuncio de la teoría de Darwin y Wallace.

Steve Jones es uno de los más conocidos genéticos modernos, tanto por sus logros académicos como por su popularidad como comunicador de la ciencia. En este artículo confirma su aceptación de la teoría darwiniana de la evolución y también presenta algunos de sus argumentos contra el creacionismo.

Quizás este artículo, que hace reflexionar, vuelva a iniciar un debate para algunos lectores. Otros puede que se vean inspirados para volver a examinar el método científico en contraste con la anticiencia.

El artículo se podría usar en clase de biología (durante la enseñanza de la evolución), teología o estudios de religión (como consideración del creacionismo), o en clase de lengua (como base de un debate o de un ejercicio de comprensión).

Marie Walsh, República de Irlanda

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