Traducido por Javier Aseguinolaza.
El cambio climático no es nada nuevo. Caitlin Sedwick describe cómo un modelo informático está ayudando a los científicos a explicar la extinción del mamut lanudo.
Imagen cortesía de Mauricio Anton;
Fuente de imagen: Wikimedia
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Hace cuarentaidós mil años, durante el último avance glacial de la época del Pleistoceno, los mamuts lanudos tronaban a través de las congeladas estepas del continente Eurasiático. Las enormes bestias prosperaban en la tundra árida de la última era glacial, habiéndose adaptado a temperaturas que congelarían los pies de cualquier mono sin pelo. Ya para la época del Holoceno, hace 6000 años, los glaciares se habían retirado y el mamut lanudo eurasiático estaba al límite de la extinción. Lo hicieron finalmente, según dicen David Nogués-Bravo y sus colegas, por el cambio climático – con la ayuda de los humanos.
Desde que Mikhail Adams recuperara los primeros restos fósiles de mamut lanudo en Rusia en 1806, los científicos han debatido sobre qué pasó a este viejo pariente del elefante asiático (Gross, 2006). ¿Murió porque desapareció su hábitat, según se calentó el clima y cambiaron los patrones de la vegetación y de las precipitaciones? ¿O fueron los intrusos humanos en las llanuras Eurasiáticas los que lo cazaron hasta su extinción? Es una cuestión difícil de desenredar, porque la retirada de los glaciares a final de la era del Pleistoceno no solo cambio el hábitat de los animales sino que también permitió migrar a las bandas de humanos primitivos, del sur de Eurasia hacia el norte, probablemente cazando todo lo que se encontraban por el camino. Mientras en anteriores intentos por explicar lo que ocurrió a los mamuts fueron ampliamente descriptivos en base a los datos disponibles, Nogués-Bravo y al (2008) usaron los datos para generar estimaciones cuantitativas para interrelacionar la desaparición de los mamuts y el calentamiento respecto de la caza.
Para estudiar los factores que puedan haber contribuido a la desaparición del mamut, los autores modelizaron el clima en las regiones deshabitadas por el mamut durante varios periodos de la última era glacial. Su modelo relacionaba los registros fósiles – mostrando la distribución y edad de restos de mamut – con mapas simulados de la media más alta de temperatura, la media más baja de temperatura, y las condiciones medias de pluviosidad en el supercontinente Eurasiático durante tres periodos en el último avance glacial en el Pleistoceno (hace 42 000, 30 000, y 21 000 años) y hasta un punto de la interglacial en medio del Holoceno (hace 6000 años). Después, aplicaron sus modelos climáticos al suprcontinente Eurasiático hace 126 000 años (El momento anterior en que el planeta se había calentado entre dos avances glaciales). Juntados, estos datos permitieron al grupo estimar las características y extensión del hábitat favorable de los animales en los periodos estudiados.
Los hallazgos de los autores sugieren que los mamuts experimentaron una pérdida catastrófica del hábitat: según se retiraron los últimos glaciares y el planeta se calentó, el 90% del hábitat de los animales desaparecieron. El hábitat principal del mamut sucumbió progresivamente de 7.7 millones de kilómetros cuadrados hace 42 000 años (a mediados del avance de la última era glacial) hasta 0.8 millones de kilómetros cuadrados que quedaban hace 6000 años. Los animales quedaron restringidos a extensiones aisladas puntuales a través de Eurasia y a parches pequeños y apretados en los márgenes costeros del norte.
Aunque la pérdida cercana de su habitat habría causado una gran presión sobre las especies, la situación parece incluso más terrible durante la era glacial anterior hace 126 000 años, cuando sólo existían 0.3 millones de kilómetros cuadrados de hábitat principal. En aquel tiempo, las especies probablemente se tambaleaban al borde de la extinción, cuando grupos aislados geográficamente experimentaban la disminución de su diversidad genética y aptitud. A pesar de ello, los mamuts consiguieron sobrevivir a tal encrucijada. ¿Qué fue diferente en el Holoceno? Los rebaños de mamuts que quedaron se enfrentaban a un enemigo que no existía hacía126 000 años: los cazadores humanos.
Los humanos evolucionaron hacia su forma moderna durante el Pleistoceno y migraron hacia el norte con la retirada final de los glaciares, cazando mamuts según avanzaban. Para mediados del Holoceno, las poblaciones de mamuts eran tan vulnerables que no habría sido necesaria mucha presión de la caza para empujarlos a la extinción. Las estimaciones más optimistas de los autores sobre el tamaño de la población y densidad sugieren que si cada humano hubiera matado un solo mamut cada tres años, las especies se habrían extinguido. Las estimaciones más pesimistas sugieren que tan solo la pérdida de un mamut cada 200 años (por humano en su territorio) podría haber sellado el destino del anima.
Hay otra evidencia que puede haber sido descubierta, que apoyaría el planteamiento de los autores según la cual las poblaciones de mamuts hechas vulnerables por el cambio climático fueron eliminadas por la caza humana. Por ejemplo, los modelos de hábitat de los autores sugieren nuevas areas en el continente eurasiático en las que se podrían encontrar restos fósiles de mamuts. Expediciones a estas localizaciones podrían determiner si hubo poblaciones de mamuts que vivieron allí, y proveer más evidencia para ayudar a los investigadores en el cambio de interpretaciones de los datos cualitativas a interpretaciones cuantitativas.
Este artículo se publicó por primera vez en PLoS Biology y se reproduce con amable permis.