Química: un catalizador para la carrera Inspire article

Traducido por Iñigo Ferradás-Echeveste y Gabriel Pinto (Universidad Politécnica de Madrid). Gemma Guilera cuenta a Montserrat Capellas las satisfacciones de su cambiante (como una montaña rusa) vida. Sin miedos, ella ha empezado una nueva vida más de una vez, instalando su hogar en…

Gemma Guilera
Imagen cortesía de M. Dohler

Los ojos de Noa están abiertos, observando todo atentamente. Con un mes de vida únicamente, agarra el dedo de Gemma y sonríe. Parece estar deseando descubrir el mundo. Su madre le devuelve la sonrisa, quizás pensando en cuanta curiosidad ha habido ya en su vida.

Gemma, una química de Barcelona, España, comenzó su trayectoria profesional un poco “de improvisto”. “Estaba en mi último año de instituto cuando aclaré mis dudas, gracias a un buen profesor de química que tuve. Le apasionaba la química y transmitía esa pasión a sus alumnos. Sus explicaciones eran muy claras y sus ejemplos se basaban en experiencias de la vida real en lugar de extraerlos de los libros de texto. Escogí la química simplemente porque me atraen las ciencias de la vida y pensé que la química me proporcionaría una amplia panorámica de esta disciplina con la posibilidad de cambiarla por la biología si me decepcionaba”, explica. En España, los estudiantes de química pueden pasar a estudiar biología al cabo de dos años; sin embargo, el cambio contrario no está permitido. Gemma combinó su interés por la química con el deseo de descubrir otras culturas, y el hecho de que estuviera estudiando inglés al mismo tiempo la llevó a su primer destino en la aventura de su profesión: Londres, Reino Unido.

Gemma planeó quedarse en el King’s College de Londres un año para realizar un programa de master por medio de un intercambio ERASMUS/SOCRATESw1. “Quería descubrir otras formas de vivir y me encantó porque todo era muy diferente a lo que yo estaba acostumbrada”, afirma. Percibió los métodos didácticos del Reino Unido como un respiro de aire fresco después de lo que había experimentado en España.

Un coche rojo
Imagen cortesía de ESRF

“En el tiempo que estuve en Londres me di cuenta de que los estudiantes españoles se relacionan con sus profesores de universidad con miedo, mientras que los británicos tiene una relación completamente diferente con ellos: se relacionan como iguales”. La ciencia en el “nuevo país” de Gemma ponía más énfasis en la creatividad y en el trabajo en equipo. “En el Reino Unido te animan a intentar una idea y te permiten desarrollar una investigación por tu cuenta”, explica esta catalana de 32 años. “En España, tu profesor tiene un campo de investigación y tú básicamente tienes que seguirlo”, añade.

Su pasión por los desafíos la condujo a quedarse en Londres para realizar un doctorado en química organometálica en el King’s Collage. El estilo anglosajón (demostrado por lo fácil que era empezar colaboraciones científicas en el pub) y el hecho de que los resultados en un doctorado no aparecen el primer día, hicieron que Gemma se sintiera como si estuviera en una “montaña rusa, con muchos altibajos”. Hubo momentos de desesperación y estrés, como cuando un cristal que había tardado un año en prepararse se rompió en un vuelo a Alemania, donde iba a ser analizado; o cuando el aparato de rayos X para cristalografía se averió, justo en el momento en que lo necesitaba para finalizar el doctorado. Hoy Gemma sabe apreciar el lado positivo de su experiencia: “Sé cuánto he progresado científicamente y he madurado como investigadora desde el comienzo de mi tesis, y esto es realmente gratificante”.

Después de su doctorado, Gemma se enfrentó al mundo real: las dos opciones obvias eran dedicar su tiempo a la investigación o a impartir clases. “Para un profesor la responsabilidad con sus estudiantes es grande y no estoy segura de poder un buen trabajo”, explica. Por otra parte, la investigación resultaba tentadora, pero algunos campos pueden resultar muy aisladores. “Soy una persona social, así que quería combinar la investigación con la interacción con gente. Cuando encontré el enuncio de trabajo en la European Synchrotron Radiation Facility [ESRFw2] me alegré mucho porque era justo el trabajo que buscaba”, explica. De los tres currícula que envió a Francia y tres al Reino Unido, solamente tres respondieron positivamente: todos en Francia. Le dijeron que era demasiado mayor para los trabajos del Reino Unido; en España es habitual terminar un doctorado a los 28 años, su edad por aquel entonces.

Su traslado de carrera a la ciudad alpina de Grenoble coincidió con el comienzo de una nueva etapa en la vida privada de Gemma: el matrimonio. Su marido, un profesor de telecomunicaciones, se trasladó con ella y encontró trabajo como ingeniero poco después. Tres años después, aún está disfrutando de su cargo de científica en el ESRF, donde se dedica a investigar catalizadores para automóviles, en colaboración con dos empresas automovilísticas japonesas.

Un coche azul
Imagen cortesía de ESRF

El objetivo de su investigación es transformar los gases tóxicos de los automóviles en otros inofensivos: “El tema me motiva porque algún día tendrá su aplicación práctica, a pesar de que puede que pasen varios años”, dice.

Gemma desarrollando y llevando a cabo nuevos experimentos en química, principalmente utilizando la espectroscopia de absorción de rayos Xw3.

Por ejemplo, está analizando cómo funcionan los nuevos tipos de catalizadores de tres vías en condiciones reales de trabajo. Estos catalizadores favorecen simultáneamente tres reacciones:

La reducción de los óxidos de nitrógeno a nitrógeno y oxígeno: 2NOx → xO2 + N2

La oxidación de monóxido de carbono tóxico a dióxido de carbono, menos nocivo: 2CO + O2 → 2CO2

La oxidación de hidrocarburos no quemados cancerígenos a dióxido de carbono y agua: 2CxHy + (2x+y/2)O2 → 2xCO2 + yH20

Usando simultáneamente la espectroscopía de absorción de rayos X y otras técnicas complementarias, puede conocer el mecanismo de estas reacciones: cómo interaccionan las partículas metálicas con los gases y cómo esto varía con la temperatura y la composición del gas.

Además de su propia investigación, Gemma da apoyo técnico y científico a usuarios extranjeros que desarrollan experimentos en el ESRF.

La interdisciplinaridad del instituto, que combina la investigación en física, química, biología y otros campos, su carácter internacional y el trabajo en equipo son los valores que más aprecia en su trayectoria profesional.

“Resulta muy exigente y tu horario está completamente al revés respecto del resto del mundo (debido a los largos experimentos que pueden mantenerte despierta toda la noche), pero si aprendes a organizar tu tiempo y ser eficiente cuando trabajas, es un gran trabajo”, explica Gemma. Define sus sentimientos como una dicotomía: “Te cansas porque es demasiado trabajo, pero al mismo tiempo lo aprecias porque conlleva mucha actividad”.

Ahora, Gemma comienza desde cero una vez más. En junio de 2006, fue madre. La maternidad no es una tarea fácil para las científicas, y algunas piensan que puede bloquear o ralentizar su carrera investigadora. “Viniendo de España, donde los empresarios no ven con buenos ojos la maternidad, y siendo madre primeriza, estaba preocupada por las reacciones de mis compañeros. Creo que si estuviera en Barcelona habrían pasado por alto mi ascenso, pero aquí en Francia todos respetan tus opciones de la familia y la gente reconoce que puedes ser una científica profesional y una buena madre”, explica.

La jefa de Gemma, también madre, entiende su situación perfectamente y si tuviera que abandonar el laboratorio para llevar a su hijo al médico, por ejemplo, no supondría ningún problema. Gemma también cree que los padres no deberían ser olvidados: “No debería existir ninguna diferencia entre los hombres y las mujeres. Tanto los padres como las madres deberían tener los mismos derechos para estar con sus hijos cuando nacieran, pero desafortunadamente no es el caso aún en muchos países.

A pesar de que Gemma no se trasladó de país cuando emprendió esta nueva etapa de su vida, siente que la maternidad ha abierto un nuevo mundo para ella. “Tengo que aprender un nuevo idioma, me siento estúpida porque a veces no entiendo al bebé, pero es divertido”, dice. “Es difícil empezar desde cero, y lo es aún más cuanto mayor vas siendo, pero es un desafío que disfruto”.


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Montserrat Capellas es la editora del boletín informativo ESRF. Esta revista bianual contiene las últimas noticias de investigación llevada a cabo por este organismo. Lea o suscríbase al boletín de ESRF aquí: www.esrf.fr/UsersAndScience/Publications/Newsletter

Review

“La vida es como una rueda” – eso es lo que solían decir los chipriotas, pero como Gemma señala, se parece más a una montaña rusa. Toma distintas direcciones, llevándote de Barcelona, España, a Grenoble, Francia, tras pasar por Londres, Reino Unido. Tiene sus altibajos, éxitos y decepciones, vira muy rápido, pasando de la etapa estudiantil al doctorado; cambia el destino, desde una trayectoria científica a la maternidad. Pero de alguna manera todo encaja, de forma satisfactoria y llena de retos, en la vida de Gemma. Estar inspirada, querer aprender, amar lo que haces, plantearse retos, elegir, atreverse, como dice Gemma, hace tu vida fantástica. Así es como todos podemos estar inspirados.

Myrto Pouangare, Chipre

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